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Farmacéuticos 38 Farmacéuticos 39 HABLAMOS CON... Pilar García Ruiz Farmacéutica de Navarra TODAVÍA HOY LA GENTE MIRA DE REOJO LOS FOLLETOS DEL SUICIDIO” “Detrás de esta cruz hay vida. Entra y hablemos de suicidio” es el lema de la campaña impulsada por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Navarra, en el marco de la firma de un convenio de colaboración con la Asociación Besarkada-Abrazo, de personas afectadas por el suicidio de un ser querido. Una iniciativa que pretende convertir la farmacia en un lugar de referencia donde abordar este grave problema. No en vano, en España se registró la cifra de 3.941 suicidios en 2020, lo que supone una media de 11 suicidios diarios y un aumento del 7,35% respecto a 2019, según datos del Observatorio del Suicidio en España. Hablamos con Pilar García Ruiz, farmacéutica en Navarra, que participa en la campaña sobre el papel y la labor social que puede realizar la farmacia en este ámbito. Prevenir el suicidio ¿es tarea fácil? ¿en qué aspectos clave habría que incidir? Fácil, por supuesto que no es. Precisamente ahí está el reto, en detectar señales de alarma que nos pongan en alerta e intentar ayudar a esas personas en riesgo a que puedan encontrar una salida diferente a la muerte. En cuanto a los aspectos clave en los que habría que incidir, señalaría la importancia de hablar con esa persona, de una forma tranquila, serena, con empatía y, muy importante, sin juzgar. Otro aspecto crucial es la necesidad de ayudar a esa persona a conectar con lo que le rodea porque, si se encuentra aislada, no se va a plantear recurrir a ayuda profesional. Aquí es cuando se requiere implicar a sus familiares y amigos, sobre todo amigos íntimos. En tercer lugar, hay que ayudarle a mantenerse a salvo, lo cual supone quitar de su vida todos esos elementos que puedan facilitarle sus fines: ciertos fármacos y sustancias tóxicas, objetos punzantes o armas (en muchas casas hay escopeta de caza), etc. También hay que intentar alejarle de lugares de riesgo, como los pisos altos. Por otro lado, hay que procurar, en la medida de lo posible, que la persona en riesgo no esté sola. Debemos acompañarla, con delicadeza, eso sí, para que no sienta invadido su espacio. Por último, es fundamental seguir pendiente de esa persona a lo largo del tiempo; que nuestra intervención no sea aislada, continuar preguntando a esa persona cómo está, seguir dándole la oportunidad de hablar hasta que hayamos detectado que la situación de riesgo ha pasado. ¿Cómo valora la campaña llevada a cabo desde la farmacia comunitaria? Está siendo muy importante, no solamente porque promueve la intervención del farmacéutico en los casos en los que podemos ayudar directamente, sino porque contribuye enormemente a la sensibilización de la sociedad, así como a eliminar los tabúes y el estigma que rodean al suicidio. Mucha gente se sigue avergonzando al hablar del tema. Ha hecho referencia a los tabúes y el estigma en torno al suicidio. Podríamos añadir múltiples mitos ¿cuáles son los más frecuentes? Uno de los más habituales responde a esa idea de que “quien dice que va a suicidarse no lo hace y quien lo va a hacer no lo dice”. Falso. Cuando una persona expresa que tiene intención de suicidarse, lo más probable es que se ha llegado a plantear esa idea y no debemos pasarlo por alto. Y ahí es donde entra en juego esa necesidad de hablar con él o ella para intentar cambiar esos pensamientos. Otro mito frecuente es pensar que cuando una persona ha intentado suicidarse una vez, nunca va a dejar de intentarlo. Tampoco es así. Hay quienes no repiten después de haberlo intentado una vez e, incluso, intentándolo en reiteradas ocasiones, pueden no volver a intentarlo jamás, porque ya han salido de esa fase que les empujaba a ello. Otro mito común es aquel que sostiene que ‘solo los enfermos mentales se suicidan’. El suicidio es un problema que puede afectar a cualquiera y que no responde necesariamente a una enfermedad mental. La intención suicida tiene que ver con el sufrimiento de una persona, tan grande que no le permite ver otra salida que no sea la de quitarse la vida. Esa persona no sabe que quiere vivir… porque lo que quiere es vivir sin ese sufrimiento tan horroroso. Otra creencia errónea muy extendida es: “preguntar a alguien si piensa suicidarse le incitará a hacerlo”. No es así. De hecho, insisto, hay que darle a esa persona la oportunidad de hablar. Por último, me gustaría desmontar la idea de que “si no tienes preparación, no puedes ayudar a alguien que quiere suicidarse”. Mucha gente puede pensar que al no ser un profesional o no contar con una formación específica va a meter la pata, pero es que todo el mundo, aunque no tenga preparación, puede escuchar y acompañar y, con eso, ya está ayudando. Es indudable que la farmacia está en primera línea de asistencia ¿Qué aporta el farmacéutico en este campo de la prevención del suicidio? La gran baza de la farmacia en este tema es, como en tantos otros, la cercanía al paciente. Estamos hablando todo el rato de la importancia de hablar ¿Y quién mejor que un farmacéutico para hacerlo? Sabemos escuchar a nuestros pacientes, lo hacemos a diario. Esa confianza es la clave. Por otro lado, también jugamos un papel determinante, qué duda cabe, a la hora de controlar el acceso a los fármacos de un paciente en riesgo. ¿Ha tenido alguna intervención o algún caso en concreto en su farmacia? En caso afirmativo ¿qué destacaría o qué lección aprendida podrías compartir? El pasado mes de septiembre se suicidó el hijo de unos pacientes míos, a los 23 años. Personas con las que siempre he tenido mucha confianza y que vienen mucho a la farmacia. Mi intervención en este caso no ha sido previa, de prevención, porque no tuve tiempo de interactuar con el chico, sino que ha sido y sigue siendo de acompañamiento a los padres, que también es crucial. Todos los duelos son dolorosos y cada duelo es diferente, pero es cierto que los provocados por suicidio son especialmente complicados, ya que suelen durar más y, además, todos los sentimientos propios del proceso adquieren un carácter más traumático. Si algo he aprendido en este sentido es que es fundamental que quienes están pasando por ello cuenten con el apoyo de toda la gente que les rodea y, entre esas personas, también el de su farmacéutica. ¿Qué papel juega la formación para abordar con profesionalidad esta realidad desde la farmacia comunitaria? Como ya he comentado, cualquier persona que no tenga formación puede ayudar, pero desde luego, lo suyo es que nosotros, como profesionales sanitarios y tal como hacemos al abordar cualquier otra actividad profesional, contemos con una formación acorde para llevar a cabo esta labor lo mejor posible. En ese sentido, me gustaría resaltar cómo nos ha ayudado el Colegio, que organizó una mesa redonda y un curso muy interesante para los farmacéuticos. Gracias a estas iniciativas, contamos con las herramientas necesarias para manejar estas situaciones. ¿Podría destacarnos algún aspecto clave que le ayudó especialmente? La verdad es que la formación me aclaró muchos puntos y, sobre todo, me dio indicaciones sobre cómo abordar según qué situaciones, además de explicarnos muy bien qué puede llevar a una persona a esa situación de querer suicidarse. Ese aspecto, por ejemplo, creo que es muy importante conocerlo a la hora de abordar una situación concreta. Y eso me lleva a otro de los mitos característicos, que es pensar que “las personas que se suicidan lo hacen por una sola razón”. No es así. Muchas veces lo que ocurre es que el vaso se va llenando y, claro, puede que haya una gota que lo desborde, pero el vaso no se desborda si no estaba previamente lleno. Cuando se dice “se ha suicidado porque le han despedido del trabajo” o “porque le ha dejado la novia…” no es solo por eso; la causa suele ser multifactorial. ¿Cómo está siendo la acogida de la campaña por parte de la sociedad? En estos meses, me he dado cuenta de que el suicidio es un tema que sigue dando miedo a la gente. De hecho, me ha resultado curioso observar cómo aún hoy día muchos miran de reojo los folletos y les da vergüenza que les vean interesados en el tema. Por eso precisamente es importante esta campaña, no sólo para ayudar a una persona concreta, sino también para eliminar tabúes, para transmitir que no pasa nada por informarse sobre el tema. El desafío es conseguir que vean el folleto de prevención del suicidio igual que uno sobre cómo cuidar tu alimentación, por ejemplo. Porque les ofrecemos un primer hilo del que tirar y porque les transmitimos que pueden acudir a nosotros, a la farmacia. En definitiva, la acogida de la campaña es buena, pero el hecho de que el suicidio se siga percibiendo con miedo o vergüenza es la prueba definitiva de que hace falta.

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