Revista Pliegos de Rebotica - Nº 145 - Abril/Junio 2021

E E milia Pardo Bazán, ávida lectora de todo tipo de temas, cuando se cometía un crimen sacaba a relucir sus dotes detectivescas o de sentido común. Ella misma explicaba que todos llevamos dentro algo de instinto policiaco; al leer en la prensa el relato de un crimen, experimentaba deseos de verlo todo, los sitios, los muebles e intentar encontrar la pista del criminal verdadero. Se había leído toda la colección de Causas Criminales francesas de Albert Bataille y conocía los trabajos de campo de César Lombroso con sus teorías del “reo nato”; de Garófalo y Ferri. Qué pensaría la escritora cuando conoció la frase célebre de Lombroso “La mujer delincuente es doblemente anormal, por ser mujer y por ser delincuente”. Lombroso no era santo de su devoción. Reconocía que la mayoría de los crímenes le daban asco, especialmente los cometidos contra las mujeres, lo que ella definía como Mujericidios .Tampoco confiaba mucho en los trabajos de policía e investigadores y lo razonaba de esta manera:“la mayor parte de los crímenes, por un motivo o por otro, quedan impunes como no sean que se cometen en riña o por motivo pasional en que el asesino dice:” prendedme, yo la maté, en cuyo caso la policía y los jueces lo tienen fácil. ¡Pero en cuanto existe nada más que un conato de misterio, se acabó! En vano que corran rumores, que se susurre en el barrio, que señalen con el dedo.Y si el crimen se comete en pueblos centros de emigración, los barcos con rumbo a América se encargan de asegurar para siempre la inmunidad”. Muchos crímenes quedaban sin resolver y la explicación era siempre la misma: el autor “no ha sido habido”. Para Emilia Pardo Bazán eran crímenes insignificantes los vulgares, los que las víctimas son siempre personas que viven de un modo bajuno y ridículo sin obedecer a las leyes de la urbanidad, delicadeza social y del propio decoro.Víctimas, en suma, poco interesantes, como Luciana Borcino, víctima del más sonado de los crímenes: el crimen de la calle de Fuencarral. En opinión de la Bazán, el que estudia los fenómenos sociales y no es juez ni fiscal, no comparará nunca a Luciana Borcino con una modistilla asesinada. En este punto hay que detenerse. Considerar el crimen de la calle Fuencarral como poco interesante, cuando se trató de EL CRIMEN. Un suceso definido por periodistas como” obra de gran espectáculo, en muchísimos cuadros y con variedad de personajes cuyas representaciones aún continúan con éxito y durarán algunos meses si la autoridad no prohíbe su representación por completo”. Cuando se cometió el crimen de Luciana Borcino, en verano de 1888, la Bazán estaba en París, por lo tanto, no pudo darse el gusto de pasear por las inmediaciones de la casa, mirar los balcones del piso 2º izquierda, entrar en la vivienda y comprobar como estaba amueblada.Y, sin embargo, así escribió sobre la víctima:“Luciana Borcino, poseedora de una bonita fortuna, perteneciente a una familia distinguida, vivía indecorosamente sin importarle admitir bajo su techo a la concubina de su hijo, no tenía muebles o punto menos, y ella en persona se traía el pescado para el guiso, perfumando ropa y coche con las emanaciones que el lector supondrá. Desorden y falta de dignidad”.Años después del crimen, el piso fue alquilado a un consultorio de “Piel y venéreas”. Parecía que la Bazán admirase más a Higinia Balaguer, la sentenciada como autora del crimen, que a la víctima. Para ella, Higinia aparece revestida de algo que no debe llamarse poesía, pero que seguramente era distinción, dentro del tipo criminal. Afirmaba que esa mujer de pueblo en cuyo rostro se leía la firmeza de carácter, el ceño tenía la trágica severidad de la Melpómene griega, su mano era fina y sobre cuyo cuerpo la humilde ropa se plegaba en pliegues grandiosos, murió con entereza y con calma.“Había en su ser algo no vulgar. Hay hombres y mujeres que valen más que su destino, que sus actos”. Emilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología Centenario de su fallecimiento (1921-2021) Higinia Balaguer Ostalé, la asesina que, en la noche del 1 al 2 de julio de 1888, mató en el nº 109 de la calle de Fuencarral de Madrid a doña Luciana Borcino, propietaria de ese piso en el que Higinia se había colocado como asistenta unos días antes. 33 Marisol Donis Pliegos de Rebotica 2021 LOS BOTICARIOS

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