Revista Pliegos de Rebotica - Nº 145 - Abril/Junio 2021

Q Q ué sagrado olor a bosque el de aquellas farmacias antiguas. Aún llegué a ver algunas en pequeños pueblos silenciosos como ellas. Aún el boticario vivía sobre la botica como celoso guardián de la salud de todos. Aún la naturaleza era una parte de la salvación del doliente. Claro que también tenían cabida los fármacos del momento, pero sobrevivían las mezclas de plantas que el boticario preparaba cuidadosamente a medida para algunos pacientes. Las preguntas eran precisas y necesarias ¿Cómo tienes la tensión? ¿Vas al servicio con regularidad? ¿Cómo haces las digestiones? ¿Duermes bien? Y con cada respuesta iba acercándose a aquellas plantas que debía emplear desechando las que podían repercutir negativamente en el resto del organismo. Luego, cuidadosamente, en un lugar fresco y ligeramente umbrío, iba tomando albarelos, tibores, copas, en las que guardaba los ingredientes necesarios para el mal de que se trataba. Recuerdo el silencio del farmacéutico y su mirada lenta y concentrada. La semipenumbra fresca. El ligero crujido de las plantas en sus manos. El deslizarse de nuevo el botamen en su lugar. El susurro del papel al ser doblado con precisión.Y el aroma. En aquella habitación de paredes forrada de estantes de madera decoradas o quizá condecoradas, por el botamen lleno de colorido y nombres extraños, se despertaba como por un encantamiento un tiempo fuera del tiempo,un aroma acogedor y envolvente que te acercaba el misterio y el poder de las plantas. Era algo hecho solo para aquel enfermo y que se adaptaba exactamente a ese paciente gracias a la bondad de la naturaleza y la sabiduría del hombre en una simbiosis necesaria y, quizá un tanto mística. Dormido durante mucho tiempo dentro de mi memoria, estoy segura de que fue este recuerdo el que me hizo amar el campo y sentirme en paz en él y amar la Botánica y a nuestra profesión. Las plantas entre otras cosas, están presentes en la Medicina, en la literatura, la pintura, la escultura, La Biblia, la mitología, la ornamentación de casas, escudos, templos y jardines. Son curativas, simbólicas, nos alegran la vida, nos dan paz, nos nutren, hacen nuestras moradas por dentro y a veces por fuera… Ya sé que también hay algunas venenosas o dañinas, pero qué familia no guarda un esqueleto en su armario? n 3 Margarita Arroyo Pliegos de Rebotica 2021 CARTA DE LA DIRECTORA Qué sagrado olor a bosque…

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