Revista Pliegos de Rebotica - Nº 145 - Abril/Junio 2021
M I. El dibujo e pregunta tu abuela que qué es ese papel que tengo en la biblioteca de mi despacho, bajo tu foto. Fíjate, María, ¡que qué es ese papel! Una joya, una primicia: es el árbol que pintaste la última vez que viniste a casa; un árbol amarillo, color por el que entonces suspirabas, y que me regalaste a mí, a tu abuelo. ¿Cómo tirarlo? ¿Cómo desprenderme de algo tuyo, tan mío? Y, claro, ahí sigue, junto a tu foto y a tu recuerdo y a tu presencia... Árbol tierno y sin savia descendente; árbol de yemas y meristemos de cariño; árbol de vida, nieta mía, mi pintora del árbol amarillo que conservo ante mis ojos y casi exactamente al borde de mi corazón... Y, no lo dudes: si alguna vez se ha establecido una corriente de aire entre la puerta y la ventana, y la hoja de papel por ti dibujada ha caído al suelo, la he recogido enseguida, la he limpiado y la he vuelto a poner en su sitio, sujetándola mejor para que no vuelva a caer. Pero antes, estáte segura, la he dado el beso que quisiera dar, diariamente, a tu cara y me he quedado prendido, como siempre, de tu mirada suave, de tu mirada azul.Y me ha parecido que, con ella, le ha brotado al árbol su primera flor, eso sí, amarilla... II. Tecnología Cuando enciendo el ordenador, a continuación de la banderola anunciadora del programa que lo preside y dirige, aparecen dos “fotos” de mis nietos: una, de María tras un árbol en otoño y con gesto de hacer rabiar al fotógrafo y, otra, de Pepe en un clamoroso gesto con la boca abierta, simpático, feliz y pleno. Las llevaron hasta la pantalla, en un exquisito detalle de cariño, mis hijos mayores a través del escáner, para hacer que la imagen de mis nietos asomara su alegría al diario portal de mi trabajo. Cuando éste termina, y sigo el proceso requerido para desconectar el sistema, reaparecen, después de las fatigas y sudores de su abuelo frente a la tecnología, el guiño travieso de María y la felicidad exultante de Pepe.Y, después, casi sin solución de continuidad, otra vez la banderola y un último mensaje: “Ahora puede usted apagar el aparato”.Y lo hago; pero, no apago las caras ni los ojos de mis nietos que se vienen a mi corazón y a mi trabajo aumentando la luz de mi mañana, barriendo las posibles sombras de la tarde y de la noche... ¿Quién se atreve, tras lo dicho, a renegar de los avances informáticos? III. Preguntas y respuestas –Abuelo, ¿tú, en qué trabajas? La pregunta me la hizo mi nieta desde la Ángel del Valle Nieto Los nietos… ¡Ah, los nietos! 20 Pliegos de Rebotica 2021
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