Revista Pliegos de Rebotica - Nº 145 - Abril/Junio 2021
E E n el vocabulario imprescindible para entenderse someramente en cualquier idioma deben figurar unas 1.500 palabras. Es verdad que algunos, como el que fue entrenador de la selección nacional de fútbol de Inglaterra desde el 2008 al 2012, el italiano Fabio Capello, dicen necesitar solamente 100 vocablos para comunicarse. Sin embargo, según Susie Dent, lexicógrafa y experta en diccionarios, el conocimiento razonable de un idioma debe poseer 20.000 palabras activas, que usamos habitualmente, y 40.000 palabras pasivas, que conocemos, pero no solemos usar. Luego están otras muchas: las palabras clave, tan necesarias en las publicaciones científicas y en las búsquedas bibliográficas; las palabras de relleno, que utilizamos para completar un texto cuando ya hemos dicho lo que queríamos decir, y no cumplimos con la extensión requerida; las palabras de adorno, innecesarias para la comprensión del contenido pero imprescindibles para colorear y dar viveza a una descripción o a una historia; las palabras llamadas fuertes, que se muestran agresivas, punzantes, insultantes, que casi duelen… para acentuar un sentimiento intenso, pasional, tanto da de amor que de odio; las palabras mimosas, sin diccionario que las acoja, como “cari”,“cuqui”, “migordi”; las palabras misteriosas, apenan comprensibles, en las que no nos detenemos, y que saltamos como en la huida del que no se sabe la lección, como estólido, consuetudinario, ditirambo, taumatúrgico, pignorado, impécune, vivaqueando; las palabras silenciosas, que hablan sin hablar, pero que encierran frases explicativas, justificativas, comprometidas, como ¿y entonces?, pero…, y sino…, tal vez…; las palabras viejas, arrugadas y flácidas, a punto de morir, como cabina telefónica, escabel, apoplejía, justillo, caneco, broquel… Y las palabras mágicas. ¿Qué no saben cuales son las palabras mágicas? No me refiero a “ábrete Sésamo”. Ni a “supercalifragilisticoespialidoso”. Ni a “abracadabra”. Ni a esas otras que enseñamos a los niños y deberían aprender algunos mayores: las que abren puertas -con permiso-, las que conceden dones -por favor-, las que atraen sonrisas -gracias-, las que reconcilian agravios o mal entendidos -perdón-… Hablo de aquellas que cada vez que se pronuncian nos transforman –como el sapo en príncipe, la calabaza en carroza, la pastorcita en dama– y nos hacen entornar los ojos y soñar. Me refiero especialmente, a la palabra mágica “vacación”. Según el diccionario de la lengua española de la Real Academia, vacación es el “descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios.” Pero cuando se emite - ¡vacación! -, si es antes de poseerla, atrae a nuestra mente deseos esperanzados, ensoñaciones por cumplir, proyectos maravillosos que desarrollar. Cuando estamos en ella, la vacación puede ser una culminación, una fantasía hecha realidad, el apogeo de la perfección. Y si es después, casi siempre, la memoria selectiva hará que los recuerdos se modelen a si mismos, como por mano de un escultor poderoso, y mejoren con cada evocación, para quedar solo los momentos más felices, las fotos más agraciadas, la nostalgia más sonriente, de un tiempo pasado pletórico de venturas. Pero si usted es pesimista, o si la vacación que recuerda fue una pesadilla bañada en decepción y vestida de frustración, no permita que le vuelva a ocurrir. Destierre el conjuro previo, juegue otra vez a la ruleta del descanso placentero, y pida una magia nueva. Ya sé que me dirá que estamos en pandemia. Que su localidad está perimetrada. Que sigue confinado. Que está en cuarentena… Bueno. Siempre podrá emular la canción de Mecano, y como ellos, rodeado de libros, revistas, refrescos, cojines, abanicos, velas y perfumes, viajar a la búsqueda del recuerdo inolvidable… Hawaii-Bombay /son dos paraísos que a veces yo/ me monto en mi piso. Hawaii-Bombay/ son de lo que no hay… Y con un poco de magia, puede que alcance el tipo de placer perfecto que decía Oscar Wilde: exquisito, y que deja insatisfecho. ¿No creen? Pues eso. n 12 Pliegos de Rebotica 2021 Aurora Guerra Tapia En unas buenas vacaciones no tienes nada que hacer, y tienes todo el día para hacerlo. (Robert Orben, 1927) Las palabras mágicas
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