Revista Pliegos de Rebotica - Nº 144 - Enero/Marzo

R R eleer una obra literaria hermosa es un placer anunciado porque ya por adelantado se disfruta de las horas que vamos a estar en su compañía. En este caso estoy leyendo nuevamente la Tragicomedia de Calisto y Melibea que, dicho sea de paso, en mi opinión nada tiene que envidiar a algunas obras de Shakespeare.Tiene esta tragicomedia la virtud de ofrecer la posibilidad de varios planos de análisis, pues los temas de fondo –sociológico, religioso, costumbrista o amoroso– afloran en cada nueva lectura. En este caso fijé mi atención sobre el estatus de las mujeres en España que no era muy diferente al de otros países europeos. Era este momento histórico una época de austeridad en las costumbres, colores oscuros y severidad generalizada que se hacen más intensos en lo relacionado con las mujeres que, como regalo añadido, soportan sobre sus hombros el peso del honor de los hombres de su casa (!!!!) y siempre por el mismo motivo. Hay que reconocer que literariamente el tema dio mucho de sí, pero la presión soportada por ellas era cruel. Pero ¿Cuál sería el origen de esta situación? ¿Venía de muy lejos en el tiempo? ¿Quizá del mundo hispanorromano? No es así, pues el ambiente en él era de corte más bien liberal y la mujer tenía la capacidad de moverse sin trabas y de relacionarse con toda naturalidad con el ámbito social con la excepción de ocupar cargos en la vida pública y la entrada a los juegos olímpicos. A priori también podría estar originado por el islam. Si bien había harenes con la situación cuasi carcelaria femenina inherente, estos eran extraordinariamente minoritarios, seguramente a pesar del deseo de los hombres, ya que solo estaba al alcance de unos pocos que podrían permitírselo por el alto coste que conllevaba. Sin embargo muchas eran las mujeres que salían de forma habitual, escribían, leían, formaban parte de cargos en las bibliotecas e incluso en las oficinas del estado. Aún podemos leer algunos de los libros escritos por ellas. Cierto es que las costumbres de los reinos árabes en España diferían sustancialmente de los imperantes en el resto del mundo islámico. Lo cierto es que a partir de finales del siglo XXII y comienzos del XXIII, las costumbres en los reinos cristianos van cediendo en principio desde la zona norte, a la influencia de los monjes de Cluny que asesoraba a la dinastía leonesa.Y su espíritu autoritario es el que va a abrir una época de oscurantismo, estricta moralidad y por ende, de encierro de la mujer, que se fue endureciendo a medida que aumentaba la presión de Cluny avivada por las frecuentes guerras y escaramuzas entre los reinos cristianos y musulmanes. Como también era necesario que las diferencias entre ambos mundos fueran los más marcadas posible, los primeros se convirtieron en los guardianes de las duras tradiciones visigóticas.Aún así, en lo más hondo, no era infrecuente el deseo de libertad aunque fuera celosamente ocultado. Y como sucede con cierta frecuencia, es la literatura la vía de expresión de este ansia soterrada. Como Marcela, la pastora afirma “Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la libertad de los campos: los árboles son mi compañía, las claras aguas de los arroyos mis espejos… Tienen mis deseos por término estas montañas y, si de aquí salen son pasos con que camina el alma a su morada primera”. Estas palabras llenas de autoafirmación, luz y deseo de libertad, son las que penosamente, arduamente, fueron abriéndose paso con sangre, sudor y lágrimas hasta este momento de libertad. n 3 Margarita Arroyo Pliegos de Rebotica 2021 CARTA DE LA DIRECTORA Este momento de libertad

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