Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142 - Octubre/Diciembre 2020
C C uando el azar es pródigo, y la casualidad se convierte en buena suerte, la satisfacción es inmensa. La alegría de lo conseguido de forma inesperada, y tal vez sin esfuerzo, multiplica los efectos placenteros. El hecho simple de topar imprevistamente con un billete de cincuenta euros olvidado en el fondo de un bolsillo, nos provoca una sonrisa mucho mayor que si ese dinero fuese la remuneración debida por un trabajo realizado.Y ¿qué me dicen de acertar un número en una tómbola y conquistar el osito gigante de peluche, que luego no sabemos donde poner? Las carcajadas son bulliciosas y estentóreas.Y más aún: ¡qué envidia nos provoca aquel que se mantiene joven y delgado, y le vemos comer como una lima y no hacer nada de ejercicio! ¡Menuda buena suerte! Sí. Todo eso es buena suerte. Suerte siempre acompañada de un azar caprichoso, de una circunstancia providencial, de un hado sin razones que justifiquen el hecho. Como fue mi encuentro con Pliegos de Rebotica . iiiiiiii Desde los 5 años de edad me ha gustado escribir. Sí. No me he confundido. A los 5 años compuse unas poesías que titulé “Primera estrofa” y “Segunda estrofa”. (¿Dónde habría oído yo esas palabras?). Cuando mi profesora queridísima, la señorita Sagrario, teresiana del colegio “Veritas” de San Pedro Poveda, leyó en alta voz para toda la clase aquellos versos, no pudo contener la risa. Recuerdo perfectamente mi extrañeza ante sus carcajadas, porque yo había escrito muy seriamente aquellos ripios, pensando y sintiendo desde lo más profundo de mi inocente corazón. Pese a su risueña reacción, la señorita Sagrario debió encontrar algún mérito en la idea, debió ver algo apreciable en lo inusitado de mi escrito y edad, porque ya siempre en los años sucesivos, me motivó y casi me obligó a escribir: cuentos para representar en la función de Navidad –“Se ha perdido una estrella”, “El bautizo de Marcelino”–, relatos para la clase de literatura, redacciones para leer en cada festejo escolar religioso o no…Y ya, lejos de su influjo directo, por mi propia iniciativa, escribí con su aprobación, el detallado relato de la epopeya de la promoción para ser leído y semiescenificado en la fiesta fin de bachiller. Naturalmente para entonces, yo ya escribía en octosílabos con rima asonante de los versos pares y los impares sueltos, como corresponde a la métrica cuidadosa de un buen romance: “El primer día de clase, pequeñas, con ilusión, nos llevaron al colegio lavaditas con jabón…” Y así, recorriendo desde los 4 hasta los 16 años, trufados los 125 versos de anécdotas y emociones vividas por todas nosotras.Y un 35 2020 Vitam regit fortuna Aurora Guerra
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