Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020

50 Pliegos de Rebotica 2020 PLIEGO DEL PRESIDENTE Raúl Guerra Garrido P P oco a poco salimos del confinamiento a la libertad provisional, siempre lo es, y la experiencia resulta equívoca, ¿cuándo no y quién habla de victorias? Lo importante es sobrevivir. El escritor está acostumbrado al trabajo en soledad, a la clausura, pero no es lo mismo hacerlo de forma voluntaria, por vocación y placer, que por imposición legal, obligación moral y solidaridad con la ciudadanía, cada una de estas tres razones suficiente por si sola. Como los artistas bajo la carpa del circo: perplejos. Dicen que en este tiempo aproximadamente 5.267 personas han tecleado sus presuntas novelas o guiones cinematográficos referidos a su falta de libertad, magnífico ejercicio de distracción, sufrimiento y éxtasis puesto que en literatura, como en cualquier arte, la emoción radica en el acto si en él te dejas la piel, en el hecho de escribir con independencia de su resultado. Dicen. En esta excepcional clausura, míseros ejercicios espirituales convocados por el coronavirus, parece que sí, que el hecho de escribir supondría un regate a la excepcionalidad y supongo que así fue para tantos, pero en mi caso me enfrentó a una inédita sorpresa, nunca me había pasado nada igual, y fue al síndrome de anti–Stendhal. No me pasmó la belleza sino el hecho de no sentir ningún afán por leer ni por escribir y por tal vacío ingresé en la nada, en una burbuja de nirvana búdico, en un nihilismo más reconfortante que el de pedalear en la bici estática en donde también nada, no avancé ni un metro. Difícil decodificar el enigma de la nada, ni siquiera con ayuda de Sartre:“La nada no puede nihilizarse sino sobre el fondo del ser”. En cualquier caso, en el mío al menos, actuó como un bálsamo, su misterio me liberó de la obligación de entretenerme, de matar el tiempo. No soy el protagonista de Lovecraft en su The outsider, editado en castellano con variados o tres títulos: el ajeno, el extraño y el extranjero. No soy ni fui el origen del mal.Tenía razón San Isidoro cuando colocó en la biblioteca de los copistas esta advertencia:“Si eres capaz de comprender donde estás, calla”. De entre la soledad y el silencio proviene la sabiduría, quizá también de la nada, y la nada me dio a entender que aquello podía ser solo un paréntesis. Cierto o incierto me volvería apetecer releer La isla del tesoro. Somos tiempo y el tiempo nos hace y deshace, que irónico eso de querer matar al tiempo. Los constituyentes de la población de riesgo sabemos por experiencia que la salud es un estado circunstancial que no augura nada bueno y que la felicidad es la ausencia de dolor, por eso también sabemos que tras el cierto o incierto paréntesis nos volveremos a dar la mano sin guantes, sin esperar nada a cambio salvo la amistad. Confío. n Mínimo elogio de la nada

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