Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020
Pero nuestro Sol no va a discurrir hoy por esa curvatura porque lo que se pretende aqui es trazar un esbozo de pequeño homenaje al prolífico escritor, el adalid del costumbrismo decimonónico, el garbancero que se hizo acreedor de un Premio Nobel que nunca recibió porque hasta sus compatriotas literarios discutían la calidad de alguno de sus escritos. Es conocida la inquina deValle–Inclán hacia el autor canario; y eso, que en sus inicios le pidió expresamente una recomendación a don Benito para obtener un papel en alguna obra teatral. Don Ramón Maria pensaba que era algo más que un actor aceptable y buscaba enganches para subir a la escena. Quizá Galdós nunca le hizo ese favor y de aquellos rencores nacieron las más crueles críticas. El caso es que Perez Galdós tenía pasión por el teatro. Siempre quiso alcanzar el éxito en este apartado, pero sus obras no fueron demasiado reconocidas. En su juventud abordó varios proyectos que no cuajaron y hasta 1892 no se atrevió a poner en el escenario una versión de su novela Realidad . Quizá manejaba un lenguaje que empezaba a quedar desfasado, quizá su incómodo anticlericalismo generaba un rechazo que se trasladaba a las plateas de las salas de representación o, lo que es peor, a las ácidas críticas de un periodismo anclado todavía en las corrientes románticas de principios del XIX. El 15 de marzo de 1892 el teatro de la Comedia presentaba un aspecto envidiable. Galdós, oculto entre bambalinas, asistía a la representación. Su fama y su prestigio como novelista iban a pasar un examen que el autor no habia querido soslayar. Maria Guerrero hizo una interpretación extraordinaria del prinicipal personaje femenino de la obra, pero hasta ella se mostraba nerviosa minutos antes de levantarse el telón. Augusta podía tener una vida secreta detrás de su respetable aspecto. La trama lo acabaría dilucidando. Galdós hubo de salir a saludar al público al terminar el segundo acto –las crónicas aseguran que lo hizo pálido y aturdido –, pero no hubo aplauso alguno hasta el cuarto acto. Realidad no obtuvo el respaldo popular ni el de la crítica que, al día siguiente, tampoco se mostró muy entusiasmada y cuestionó la presencia de determinados personajes cuya aparición en escena podía resultar un poco artificial.Aquella no dejaba de ser una referencia solapada al debut de Concha Morell en el papel de Clotilde. Por aquel entonces, Concha era la amante de Galdós y puede que su participación en Realidad resultara un tanto forzada. Es curioso el estudio literario de este libreto, de más de cincuenta páginas, que Emilia Pardo Bazán publica unos meses después en la revista Teatro Crítico . Quizá se sentía reflejada en algún comportamiento de Augusta, puede que destilara un poco de amargo acibar al valorar el papel facilito y redondito de la Morell, una joven que se presenta humilde y modosa y que, en aquellos años, se ocupaba de la intimidad de don Benito, el mismo lugar que la propia Pardo Bazán había disfrutado pocos años atrás. Valga este botón del diálogo de uno de los personajes al inicio de Realidad para ver como se las gastaba Galdós a la hora de denunciar las corruptelas políticas. Cinco años antes del desastre español con la pérdida de Cuba y las Filipinas, se decía esto en un escenario madrileño: – ¿Se han enterado ya de los escándalos del día? Otra irregularidad muy gorda en Cuba; pero muy gorda.Ya lo dije: de la remesa de empleados que mandaron allí hace tres meses ¿qué otra cosa podía esperarse? Yo sostengo que ni esto es país, ni esto es patria, ni esto es Gobierno, ni aquí hay vergúenza ya. Entre Realidad y Electra, la obra más convulsa y polémica de Galdós, transcurrieron sólo nueve años en los que el autor obtuvo sonados éxitos como el drama La de San Quintín . Fue sin duda Electra el trabajo más efectista y discutido de la época. El anticlericalismo del autor llevado al extremo con un público enardecido en el estreno y que apenas dejaba transcurrir la trama.Todo un espectáculo digno de ser recuperado en el centenario de uno de los símbolos de las letras españolas de los dos siglos pasados. n 49 Pliegos de Rebotica 2020 SOLES DE MEDIANOCHE
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