Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020
derramado por el cuerpo,…”. Gente (tripulantes) que morían de escorbuto. En 1525, Carlos I mandó organizar una segunda expedición a las Molucas, compuesta por siete naves, al mando de García Jofre de Loaísa y como segundo de a bordo, y Piloto Mayor, Juan Sebastián Elcano. Embarcado también un jovencísimo Andrés de Urdaneta, convertido años después en un insigne marino español, gracias al descubrimiento y propuesta del tornaviaje entre Filipinas y Acapulco (Nueva España). Pues bien, Urdaneta escribió en su diario la siguiente impresión sobre el “mal de los navegantes”: “Toda esta gente que falleció (unos 30 desde la salida al océano) murió de crecerse las encías en tanta cantidad que no podían comer ninguna cosa y más de un dolor de pechos con esto; yo vi sacar a un hombre tanto grosor de carne en las encías como de un dedo,…”. Sebastián Vizcaíno, extremeño, o nacido en Huelva, para otros, hacia 1547, militar, navegante, explorador, comerciante, científico y diplomático (embajador de España en Japón), está considerado como el primer navegante de la Era de los Descubrimientos Geográficos que describió detalladamente el cuadro clínico del escorbuto, en la segunda de las dos expediciones que capitaneó por las costas del océano Pacífico de la actual California y México, con fines exploratorios, cartográficos y búsqueda de puertos naturales seguros para el Galeón de Manila. Él mismo alcanzó el grado de General de los galeones de Manila en 1603. El relato de Vizcaíno es estremecedor (breve resumen): “De lo primero de todo, un dolor universal de todo el cuerpo, y queda tan vidrioso, y sensible, que cualquier cosa que le toca, le causa tanto dolor, que si no es a gritos, y voces, y en especial del medio cuerpo abajo, de unas pintas moradas, mayores, y más abultadas, que granos gruesos de mostaza; y tras estas, se siguen luego unos verdugones, de dos dedos de ancho; (…); y estos verdugones, como si fueran manchas de aceite, en fino paño, se extiende de suerte, que toda la pantorrilla, y muslo queda todo morado y cárdeno; y tras esto, este mal humor se derrama por todo el cuerpo, y en especial carga más en las espaldas, que en otra parte, y con esto da unos terribles dolores de lomos, de espalda y riñones, que no deja mover un mísero cuerpo, si no es acosta de dolores y gritos, que son tan crueles, que todos tuvieran por buena suerte morir, antes que padecerlos”. TambiénVizcaíno deja constancia de las lesiones en las encías:“…, las encías de la boca, altas y bajas, y las de dentro y fuera de los dientes, se hinchaban, y crecían tanto, que los dientes y muelas no se podían juntar unos con otros, (…). Con esto no podían comer,…”. Por tanto, SebastiánVizcaíno plasma un relato descriptivo de los signos, síntomas y cuadro clínico (además de los gritos insufribles de dolor) de la epidemia escorbútica que afectó a su expedición: manifestaciones purpúricas cutáneas y las típicas lesiones gingivales. Según el uruguayo,Washington Buño, decano que fue de la Facultad de Medicina de Montevideo,“Para la historia de la Medicina, la epidemia (escorbuto) que atacó a la tripulación de SebastiánVizcaíno en su viaje, es una de las primeras que se registran en el Nuevo Mundo”. Sin embargo, el mismoVizcaíno describió, también, la solución sanadora para sus tripulantes, dolientes escorbúticos. En efecto:“Porque era tanta la necesidad de salud y los enfermos clamaban sin médico ni medicinas que podelles dar, (…), todos con las bocas dañadas, (…), que parecía el dicho navío hospital y no navío de la Armada. (…). La llegada a tierra trajo una rápida recuperación de los enfermos, como consecuencia del cambio de alimentación. Especialmente eficaz para mejorar la dolencia fue una fruta que los nativos llaman jucoistles– jocuixtles ” (parecida a una manzana pequeñita y oblonga). Y lo remata con la siguiente aseveración: “…, sin género de cura ni medicinas, con solo el buen temple y con comer, sanasen todos que en 18 días que estuvimos en la dichas islas, estuviesen todos buenos y pudiesen acudir a marear el navío y al timón”. La realidad fue que el tiempo que pasaron en tierra comieron alimentos frescos y frutas nativas, ricas en vitamina C, suficiente para sanar a la tripulación afectada por el escorbuto, cuestión que nos llevará a la siguiente entrega, es decir, comentar la aportación de los navegantes españoles al conocimiento y tratamiento de la “peste de los mares” n 27 Pliegos de Rebotica 2020 Sebastián Vizcaíno Jocuixtles
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