Revista Pliegos de Rebotica - Nº 142- julio/septiembre 2020

F 10 Pliegos de Rebotica 2020 F riedrich Dürrenmatt, nacido en Suiza hace noventa y nueve años y fallecido en su propio país en 1990, ha sido uno de los autores teatrales más importantes del siglo veinte. Escritor helvético en lengua alemana, la representación de sus obras, tanto en América como en Europa, produjeron siempre una atención especial. Recuerdo el estreno de Los físicos , en Madrid –1965– cuyo éxito fue clamoroso. Nicolás González Ruiz, uno de los críticos españoles más prestigiosos de aquel tiempo escribió en el desaparecido diario YA :“Anoche salí del teatro satisfecho de haber visto una obra moderna y del más poderoso alcance sociológico”. Nicolás González Ruiz, compañero y maestro mío en aquel rotativo madrileño dijo una gran verdad, toda vez que el teatro de Dürrenmatt denuncia a través del humor y la inteligencia las carencias y excesos de la sociedad de aquel último medio siglo. He retornado a la lectura y al recuerdo de Friedrich Dürrenmatt motivado por el alcance y la permanente vigencia de su obra, sobre todo por lo que se refiere a algunas de sus comedias.Ya en el prólogo de El matrimonio del señor Mississippi la pieza teatral que le llevó a la fama internacional, manifestaba con absoluta sinceridad que TrotónWilder y Bertolt Brech, sobre todo, no habían sido en su formación escénica más que fuentes accesorias.“La inspiración fundamental –comentaba– no me ha llegado del teatro, sino de Cervantes que, como es sabido, ha representado a su época por medio del personaje de un loco. El que para representar la nuestra haya necesitado yo tres, da que pensar, ciertamente”. Para el escritor suizo, la literatura y el teatro están en la imaginación y en la memoria de los autores, lectores y espectadores. Lo demás puede que apenas resulte accesorio. Recordemos que Dürrenmatt procedía de una formación sólida, de estudios de filosofía y teología en los que fue forjando su personalidad literaria y teatral. Su primer deseo fue el de doctorarse en dichas disciplinas, aunque posiblemente no lo llevó a cabo por circunstancias ajenas a su proyecto inicial. Jean Cocteau comentaba que “los espejos deberían reflexionar un poco antes de devolver las imágenes”. Por supuesto que estábamos en plena época de las vanguardias intelectuales en Europa y América. Pero me llama la atención que un tan grande escritor, que nació y se educó lejos de los ámbitos de la lengua española, profundizase y entendiese de manera tan nítida la hondura y universalidad de de la obra cervantina. Precisamente en un tiempo en que tan de moda estuvo alardear de influencias extrañas y disgregadoras. Pero aquellas vanguardias nihilistas, existencialistas o abstractas no acapararon la pasión creadora de Dürrenmatt, no le llevaron a tomar otros derroteros que en los que ya había estructurado su obra. Comedias suyas como Un ángel viene a Babilonia, La visita de una anciana dama , o El valle del caos , confirman la solidez de sus ideas, sus teorías de lo que deben ser el teatro y la literatura; ideas y creencias que confirmaría, igualmente, en sus trabajos ensayísticos, muchos de ellos difícilmente superables. Creyó en la filosofía de Cicerón:“La primera ley de la historia consiste en no atreverse a decir nada falso; la segunda, atreverse a decir todo lo que es cierto”. Por aquí andan las claves de su teatro. Como queda dicho y en ello insisto, el escritor al que me estoy refiriendo se proclamó, abiertamente, admirador y discípulo de Miguel de Cervantes, considerándole como el hombre más humano y generoso de la literatura universal. Don Quijote constituye de devoción más alta de Dürrenmatt, hasta el punto de que casi en todas sus comedias hay un individuo que siente, sueña y habla como lo hacía Alonso Quijano. Dice uno de ellos:“Soy el único personaje de esta obra que acepta sobre sí la aventura del amor.Vencer o morir en esta noble empresa es la más elevada dignidad de cualquier ser humano”. No debemos tener miedo a equivocarnos, venía a decir Dürrenmatt, lo fundamental es la reacción que genere el error. Otro de los tipos creados por Dürrenmatt también piensa y se manifiesta en términos parecidos:“Todos deberíamos ser Don Quijote si sólo tuviéramos corazón en las entrañas y un poquito de cerebro en la calavera”… El amor, el altruismo, la lucha por el mejoramiento de la humanidad. Utopías, sí, pero de esas que cambian el rumbo de los tiempos. Podrían citarse otros muchos ejemplos del fervor quijotesco de Friedrich Dürrenmatt, lo cual confirma la altura humanística y teatral de su obra. En estos tiempos en que tantos autores recurren a Miguel de Cervantes y se nutren de sus pensamientos; aunque luego lo manifiesten de otra manera. José Ortega y Gasset nos recuerda en sus Meditaciones del Quijote que “la raíz de lo heroico hallase, pues, en un acto real de una figura épica, y aquí la palabra héroe significa mucho más que cualquier acto de valentía”: la razón no puede, no tiene que aspirar a sustituir la vida, insistía el autor de Ideas y creencias . Dürrenmatt comprendió tan alto significado cervantino, impregnando su teatro de estos valores imperecederos.Y me parece bien recordarle al filo de su centenario. n José López Martínez Dürrenmatt y Cervantes

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