Revista Pliegos de Rebotica - Nº 141- abril-junio 2020
5.Santiago, de 75 toneles, se trataba en realidad de una carabela cuyo menor calado la hacía más propia para exploraciones de ríos y ensenadas y estaba al mando del capitán y piloto Juan Serrano. Para el monarca lusitano era toda una provocación, porque del éxito de la expedición que se encomendaba a Magallanes se derivarían grandes perjuicios para los intereses de Lisboa. Eso explica que el embajador portugués en la corte castellana, Álvaro da Costa, no viera con buenos ojos un proyecto como aquel. De hecho, trató de impedirlo presionando a Magallanes y Faleiro y amenazándolos hasta el punto de que corrieron peligro las vidas del navegante y el cosmógrafo. Ambos sufrieron varios atentados cuando estaban en Zaragoza, a donde se habían trasladado siguiendo a la corte, que se había instalado en la ciudad del Ebro porque Carlos I tenía que ser jurado como monarca por las Cortes del reino de Aragón. Las Casas recoge en sus escritos que “vino un embajador de Portugal a tractar el casamiento de madama Leonor, hermana del rey, con el rey don Manuel de Portugal, díjose que andaban por matar a él y al bachiller Rui Faleiro los de la parte del dicho embajador, y así andaban ambos a sombra de tejado –es decir, escondidos–, y por esto, el obispo de Burgos [Fonseca], cuando se tardaban en el negociar con él después del sol puesto, enviaba gente de su casa, que hasta su posada los acompañasen” 3 El tiempo que se tardó en aparejar las naves tampoco estuvo exento de incidentes. Unos, protagonizados por los portugueses, que seguían tratando de impedir la expedición por todos los medios a su alcance y que lograron que la relación entre Magallanes y Faleiro se tensara, hasta el punto de que el cosmógrafo fue apartado, por orden del rey, de la expedición en la que tenía, según quedaba recogido en las capitulaciones, una autoridad similar a la del primero. Se arguyeron serios problemas de salud que aquejaban a Faleiro, que se vieron incrementados a causa de su apartamiento. Le sustituyó Juan de Cartagena. Otros fueron consecuencia de la xenofobia ya anunciada, cada vez más extendida, sobre todo en el mundo naval, pues todo marinero foráneo era visto como un espía en potencia, ávido de adquirir los conocimientos náuticos para alcanzar las nuevas tierras. Fruto de esta xenofobia fue el incidente que ocurrió al izar Magallanes su enseña en la nao capitana, la Trinidad, antes de que se hubiera colocado en el mástil el pendón real. El ayudante del teniente del Almirante de Castilla, Sebastián Rosero, indignado, se enfrentó a Magallanes, sin atender a las explicaciones que este le daba. Desenvainaron las espadas y el muelle donde estaban atracadas las embarcaciones se llenó de gente ociosa a la que sirvió de entretenimiento la algarada que se formó. Las autoridades sevillanas trataron de prender a Magallanes, algo que evitó la intervención del doctor Matienzo, que se vio obligado a poner en riesgo su propia vida porque los ánimos estaban muy exaltados. n 7 Pliegos de Rebotica 2020 Juan de Cartagena, tenía una gran experiencia mari- nera y se le nombró capitán de la nao “San Antonio” y veedor de la Armada que partía hacia la Especiería. Versión francesa de 1586 de un mapa de las Malvinas atribuido a Andrés de San Martín. 3 Según el padre Las Casas, Magallanes era hombre de genio vivo, al mismo tiempo que introvertido y de poca apariencia. Hombre vale- roso y tenaz, sin duda, pero duro, altivo, seco y déspota. Magallanes no era el líder adecuado, pues de haberlo sido hubiera evitado las confrontaciones y resuelto con éxito todas las disensiones; ni sabía tanto de navegación como pretendía, ni tenía una idea tan clara de donde podría estar el paso transoceánico, ni finalmente, estuvo acer- tado al incluir en las dotaciones a tanto portugués.
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