Revista Pliegos de Rebotica - Nº 141- abril-junio 2020

–Bienvenida a nuestro refugio… oficial –se anticipó David– Espero que te haya resultado fácil dar con la madriguera. –Me lo pusisteis muy fácil, he de reconocer. Solo un informático es capaz de hacer una descripción tan precisa.Y, por supuesto, tranquilos, que he seguido todas las instrucciones –matizó Julia–. Creo que ni mi sombra ha sido capaz de seguirme. –Tenemos noticias para ti –se adelantó David cuando los tres acabaron de tomar asiento– A lo que ya sabíamos que tramaban, por las conversaciones del jefe de personal que había oído tu amiga, podemos añadir cosas…Y me temo que es concluyente. –O sea que las “advertencias” sobre el “poder de esta empresa” que me pasaron iban en serio– intervino Julia sin poder evitar un gesto de frustración. –Sí, desde luego.Ya no hay duda de lo que se traen entre manos –intervino Javier por primera vez. –Fue relativamente fácil hakearles el móvil –tomo de nuevo la palabra David–. Tanto el abogado como el de personal fueron un tanto digamos que “descuidados”. No te contaré los detalles, pero basta con decir que “tropezaron” en distintos lugares con alguno de nosotros y ni lo advirtieron. Es lo que ya te confirmamos en el juzgado. Julia asintió y el gesto de preocupación se hizo patente en su rostro. –Como te decía –continuó David–, en las horas siguientes al juicio llamaron a algunos números interesantes y también han prodigado los mensajes. Solo te diré que han hablado del “descuido” que han tenido y de “menos mal que lo has arreglado”… Está visto que no hay nada peor que creerse inmune y además a salvo. Ni siquiera se han molestado en limpiar los correos arrastrados. Un breve silencio siguió a las últimas palabras de David. La pequeña esperanza de que los indicios previos fueran falsos y que no hubiera mediado interlocución alguna, directa o través terceros, entre la empresa y el juez se había esfumado definitivamente. El número de escenarios se reducía drásticamente si quería seguir luchando. –¿Qué opináis?... Tal y como lo veo, ahora mismo tengo solo dos opciones: el plan A o el plan B; me adelanto o los dejo actuar. No hay más. –Ya sabes que haremos lo que decidas –confirmó Javier. Dos días más tarde, al llegar a su despacho el juez se dispuso a iniciar su jornada revisando su correo privado en el ordenador, tal y como hacía siempre. Ninguno de los remitentes le resultaba desconocido pero dio prioridad a un mail de su amigo Néstor Ruíz, miembro del Alto Tribunal. El asunto indicaba solo TYI y, para su sorpresa, el e-mail contenía una única frase y un fichero en pdf. El texto del mensaje no podía ser más simple:“De ti depende que pasen estas cosas”. Intrigado por el incierto sentido de esas palabras pinchó en el pdf. Lo que se abrió fue la portada de un periódico con una noticia ocupándola al completo:“El juez Bezos imputado por prevaricación”, rezaba el titular. El cuerpo de texto se extendía sobre un caso que el magistrado había llevado muchos años antes de acceder al Tribunal Superior y que implicaba a una compañía de productos químicos.Al parecer las pruebas estaban claras. Cuando comprobó la fecha, el significado le resultó inequívoco: 5 de marzo de 2030, su todavía muy lejano 50º cumpleaños. Un escalofrío recorrió su espalda mientras su mirada seguía perdida en la pantalla. Ni el correo era de su amigo ni se trataba de simple información. Al cabo de un tiempo que a él le pareció infinito, abrió la aplicación de LexNet, tecleó su dirección de email y su clave: ‘rbezos0380’. En la pantalla apareció la lista de procesos de su juzgado. Buscó el de Julia Nores y pinchó en el enlace. Comprobó que la sentencia estaba allí, preparada y completa, a falta de su firma. Activó el menú y eligió entre las distintas opciones la única que consideraba ya adecuada para él. Respiró algo más tranquilo cuando un pequeño recuadro azul se abrió en mitad del escrito: “El proceso de anulación de la sentencia 2020/05/47-1 ha sido completado”. n 16 Pliegos de Rebotica 2020

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